Travesía Benifallet – Cambrils, última etapa

árbol de la riera – Lluís Ribes i Portillo (cc)

Una primera opción es ir por carretera hasta Montbrió del Camp y posteriormente bajar a Cambrils. Imposible perderse pero toda carretera hay que evitarla por poco que se pueda. Son muy peligrosas tanto por su arcén como fuera del asfalto en donde nos encontramos con alcantarillas sin tapas, arquetas destrozadas, pasos de agua… no es buena idea. Otra opción sería ir bajando por los caminos del campo de Tarragona dirección al mar, pero los escasos 10 km en línea recta que hay en la costa se pueden multiplicar considerablemente llegando tarde y lejos de la estación de tren de Cambrils. No parece muy buena opción. Una escapatoria del pueblo segura y rápida sería ir al apeadero de Riudecanyes- Botarell a 1 km se la fonda y regresar en tren desde el interior, por la línea de Reus. Pero es una opción muy poco atractiva… Entonces pregunto en el bar, y me dan una alternativa:

árbol de la riera – Lluís Ribes i Portillo (cc)

“Hombre Sr. Lluís, si no te has perdido durante estos tres últimos días por las montañas no tendrás ningún problema en bajar por la riera de Riudecanyes hacia abajo, desemboca directamente en Cambrils”. El día era excelente y no había ninguna previsión de lluvia ni a lo lejos, confirmo con la gente del bar que no es ninguna locura y uno me dice “Nosotros de niños bajábamos por ella…”.

el sol de la mañama se cuela – Lluís Ribes i Portillo (cc)

Sensacional, ya tengo ruta. Me acabo el café con leche, me despido y enfilo calle abajo en busca del circuito de bicicleta de montaña que me llevará a la misma riera. Una vez en ella, a seguirla para abajo. El recorrido por ella es mucho mas bonito de lo que me esperaba. La vegetación alrededor de la riera es abundante, generosa y bella, en ese día de septiembre la frescor llega a acariciarte y si bien los pies sufren con las piedras de la riera podemos hacerlos descansar caminando en gran parte por el camino de la ribera.

Tres horas y media en donde a la hora podremos enfilarnos a nuestra derecha del camino y tener una perspectiva de las montañas por las que prácticamente ha recorrido toda nuestra travesía estos días. Es una vista especial, sensacional que en parte no la dejamos de perder durante todo el día.

Un sillón abandonado – Lluís Ribes i Portillo (cc)

Pasamos por unos antiguos molinos de agua, una pedrera, cultivos, una carretera local y granjas. Un simpático tractor me saluda, le retrato, es pequeño pero noble y honrado y trabajador. Un viejo sofá destrozado me invita a no descansar y continuar caminando y de tanto en tanto alguna liebre se nos cruza y se esconde entre la maleza (lo que nos recuerda que estamos en época de caza y que por tanto prestaremos atención sobretodo cuando pasemos por al lado de fincas privadas). Y siempre siguiendo la riera hasta llegar a la que podemos considerar la frontera: la autovía, la autopista y a la nueva línea de tren de alta velocidad para mercancías, ya nos indican que la playa está muy cerca y con ella el final de la etapa y de la travesía. Pasamos por debajo de ellas.

Tras cinco minutos divisamos otro puente, el del tren de la costa, lo cruzamos otra vez por debajo y podemos ve
r la playa de Cambrils, el mar, el infinito. Me enfilo por el paseo, hay gente paseando, familias con bicicleta, a pie y niños en carrito a la vez que un caminante que viene del interior pasa por debajo del último árbol del paseo, se sube sobre la arena, deja caer la mochila atrás y se tumba en la playa.

FIN