¡Qué buen regalo, gracias Juan!
Comienza así:
“La casa de los Mélejov se halla situada en un extremo del jútor. Del patio, donde se encuentran las cuadras, una puerta que se abre hacia el norte lleva al Don. Una abrupta bajada de ocho brazas, entre peñascos de greda cubiertos de musgo, y se llega a la orilla: conchas nacaradas, el quebrado festón de guijarros grises que besan las ondas, y más allá, las impetuosas aguas del Don que se rizan, negras como ala de cuervo, batidas por el viento. Al este, tras las cercas de mimbre de la era, el camino de Hetman, el gris del ajenjo, la mancha parda de los vivaces hierbajos pisoteados por los cascos de los caballos, y la pequeña capilla en la bifurcación del camino; a continuación, cubierta por una fluida neblina, la estepa. Al sur, la crestería gredosa de las montañas. Al oeste, la calle, que atraviesa la plaza y lleva al záimische.”
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El Don apacible – Mijaíl Shólojov