Orígenes
España es considerado un país de cultura vinícola. La cerveza durante mucho tiempo llegó a considerarse incluso como una bebida exótica. Las primera noticias que se tienen sobre su uso, provienen de la Edad del Bronce, cuando los íberos ya utilizaban cerveza en el 1.100 antes de Cristo, existiendo en Genó (Lleida) la primera evidencia arqueológica de la elaboración de cerveza en toda Europa.
No obstante, investigaciones arqueológicas actuales tratan de dilucidar la presencia de la cerveza en la península ibérica aún antes de lo que nosotros pensábamos. Así por ejemplo un estudio internacional que está llevando a cabo la Universidad de Zaragoza a partir de restos arqueológicos de la cultura del vaso “campaniforme” (2.000 a.C.) que lo relaciona con la primitiva cerveza que se extendía por el continente europeo. Actualmente la Universidad de Valladolid realiza trabajos arqueológicos en este mismo sentido en el valle de Ambrona (Soria).
Aparte de estos antecedentes protohistóricos, el primer testimonio escrito de la existencia de la cerveza en España lo encontramos en un episodio sobre el cerco de Numancia, en el año 133, narrado por el historiador y teólogo visigodo Paulo Osorio:
“ … bebida elaborada artesanalmente a partir del trigo, y que ellos llaman “celia”, porque ha sido hervida. La fuerza de su germinación se obtiene por fuego, después de haber sido mojado, secado y ligeramente molido el trigo, hirviendo con él distintas hierbas que le dan un sabor austero y un color enervante”.
Mas tarde Plinio el Viejo, Procurador de La Hispania citerior se refiere la “cervisiae”, que los hispanos llaman “Celia” o “Ceria”, en honor a la diosa Ceres, y que era tan bien preparada que podía durar mucho tiempo. San Isidoro en sus Etimologías hace referencia a su fabricación y consumo, haciendo mención de sus distintas variedades. Su consumo no cesó durante épocas posteriores (romanos y visigodos). Sólo durante la dominación musulmana disminuyó su consumo en la península y volvió a tomar auge cuando el Emperador Carlos I de España y V de Alemania (siglo XVI) la trajo desde Flandes, de quien se dice que era un gran consumidor de esta bebida y que mandó construir una fábrica de cerveza cuando se retiró al Monasterio de Yuste.
Las normas impuestas por aquel tiempo estipulaban que “La cerveza para ser buena ha de estar compuesta de, trigo, cebada, avena, lúpulos y agua buena “ (Luis Lovera de Avila, médico del Emperador, en su libro ”El banquete de los nobles caballeros”).
Desde entonces existen varias fábricas de cerveza en el país y las ganancias que proporcionan sus impuestos son de gran importancia para las arcas del estado. Se comenta que la boda de Carlos II (último rey de la Casa de Austria) con María Luisa de Borbón se pagó con los impuestos de la cerveza de 1679. Durante el siglo XVIII la fabricación de cerveza se convirtió en un monopolio estatal, hasta el siglo XIX, cuando se permite la instalación de varias compañías cerveceras. El privilegio real mas antiguo que se conoce en España para la elaboración de cerveza fue concedido en 1.643 por Felipe IV a dos maestros cerveceros españoles.
La producción industrial y a gran escala llegó a finales del siglo XIX y principios del XX con la fundación de algunas de las grandes industrias cerveceras españolas: Mahou en 1890, Cervezas El Águila (1900), La Cruz del Campo (1904) y S.A. Damm (1910), que ya venía elaborando cerveza de forma artesanal desde 1876 como Hijos de J. Damm.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la producción ronda ya los 15 millones de litros y aparecen las grandes compañías cerveceras españolas. Por estas fechas se inició el cultivo del lúpulo peninsular en gran escala.
El consumo evoluciona lenta y positivamente, pero esta tendencia de expansión se interrumpe
en los primeros años de la postguerra como consecuencia de la escasez de materias primas y el
bajo poder adquisitivo de la población.
El auténtico “boom” de la cerveza se produce en la década de los 60, cuando se dispara el consumo. A mediados de los setenta su avance es imparable, coincidiendo con las transformaciones culturales, políticas y económicas de la sociedad española. En la actualidad, España es el tercer productor de cerveza de la Unión Europea, y uno de los principales consumidores de Europa, cada español viene a tomar 64 litros anuales, por término medio.
La producción de cerveza en España ha estado muy regionalizada hasta épocas recientes, y cada zona tenía sus propias marcas de cerveza. Este hecho ha privado durante mucho tiempo al consumidor español de la posibilidad de degustar los diferentes tipos de cerveza de los países de mayor tradición, convirtiéndolo en un bebedor poco selectivo y desconocedor de la calidad de estos refrescantes productos.