
¿
Qué es esto de las SmartCities?. En resumen es la
ciudad llena de sensores que recogen infinidad de información que es procesada para
dar servicios de mucha calidad a los ciudadanos. El objetivo es conseguir mayor eficiencia en una ciudad. Esto se traduce en mayor bienestar, mayor compromiso con el medioambiente,…La tertulia comenzó con la intervención de los esponsors del sector público y posteriomente los invitados bajo la moderación de Ramon estuvieron hablando del tema. Hasta aquí, nada interesante para mi más que la intervención de
Josep Paradells, un catedrático de la UPC, que expuso dos puntos de vista que me gustaron:
Bueno, pero
lo más interesante vino con las preguntas del público Un chico joven insinuó preguntando cómo nos podemos creer lo que Ramon Sagarra, representante del ayuntamiento, dijo en su intervención. Ramon Sagarra comentó que
el ayuntamiento pondrá a disposición del ciudadano una API (se traduce como métodos informáticos para acceder de forma externa a información o funcionalidades)
para acceder a esta información que generen los sensores de tal forma que los ciudadanos podrán crear sus propios servicios directamente. El chico, atónito, se preguntaba
por qué lo harían en un futuro con las SmartCities si ya actualmente el ayuntamiento teniendo una cantidad de información pública enorme no lo hace.No se por qué, pero a este chico le contestó el tertuliano Antoni Prey de la empresa
Urbiotica cuando quizá era una pregunta más dirigida a Ramon Sagarra del Ayuntamiento de Barcelona. Pero bueno, se lanzó y
Antoni Prey contestó que poner toda la información disponible es una “arma de doble filo” ya que puede ser contrapruducente y dejó a entender que antes de ponerla a disposición pública
se debería estudiar si era información adecuada o no a publicar. Esto hizo saltar la chispa.

Al instante,
un señor mayor del público, alto con el pelo canoso que usaba un bonito bastón para caminar levantó su brazo para pedir réplica. Se le concidió y
puso el grito al cielo con elegancia y contundencia de lo que Antoni Prey había dejado caer. Y es que no compartía para nada su argumento porque según su punto de vista
todo esto de los sensores en las SmartCities sería información pública generada con fondos públicos, y por tanto si es público los ciudadanos deberían tener el mismo derecho de acceso a la información que las administraciones sin filtros ni censuras. Por ejemplo puso el caso de la
limitación de los 80km/h en las vías en los alrededores de Barcelona. Si los entes públicos hubieran compartido más información con los ciudadanos en estos momentos no habría un descrédito del gobierno al respecto ya que parece que los datos en que se basaba (menos velocidad=menos contaminación del aire) no parecen aguantarse y quizá podría la ciudadanía haber contribuído con alguna solución más razonable al problema de la contaminación que el hecho de limitar a 80km/h las vías interurbanas.
Esta réplica arrancó algunos aplausos en la sala, y fue tan evidente que Antoni Prey no pudó decir más que estaba de acuerdo, ahora bien el “puñetero” insistía que era un tema muy complejo y seguía siendo un “arma de doble filo”. No quería entrar a debatir.
Perdonad este artículo, quizá un poco más tostón y difícil de digirir que otros pero quiero llegar a mi conclusión. La información es poder, nadie lo niega, pero también es riqueza. De allí la inteligencia y responsabilidad que deben tener los políticos (eh, no es trivial, yo muchas veces no lo hago todo lo bien que debería) para gestionarla y hacer que llegue el máximo posible a los ciudadanos. Repartir equititivamente la información, es repartir bienestar, conocimiento, poner las cartas sobre la mesa trabajar la confianza y honestidad. Y es sin duda, un reto para los políticos de la sociedad de la información, que a día de hoy parecen ser políticos del siglo pasado. Y a 2010, esto del siglo pasado ya suena preocupante.
(entre bromas, en el café del viernes hicimos un símil de todo este tema de la responsabilidad de los gobernantes de gestionar la información con la Revolución Francesa. ¡Revolución!. A pesar del símil, no pensamos en guillotinas.)