- Fue el primero que expuso el problema de procesar la magnitud de la información que generarían la gran cantidad de sensores que se supone que las SmartCities deberían tener. Los organismos públicos hablan que están preparados con redes, wifi, banda ancha, fibra óptica…, pero de procesar los datos ¿Quién será capaz de hacerlo eficazmente?
- No toda la información que genere los sensores se deberá de procesar de forma centralizada, sino que los mismos sensores pueden actuar de forma local tomar decisiones y ser pro-activos. Este punto podría ayudar al primero en aliviar la carga de procesamiento.
Al instante, un señor mayor del público, alto con el pelo canoso que usaba un bonito bastón para caminar levantó su brazo para pedir réplica. Se le concidió y puso el grito al cielo con elegancia y contundencia de lo que Antoni Prey había dejado caer. Y es que no compartía para nada su argumento porque según su punto de vista todo esto de los sensores en las SmartCities sería información pública generada con fondos públicos, y por tanto si es público los ciudadanos deberían tener el mismo derecho de acceso a la información que las administraciones sin filtros ni censuras. Por ejemplo puso el caso de la limitación de los 80km/h en las vías en los alrededores de Barcelona. Si los entes públicos hubieran compartido más información con los ciudadanos en estos momentos no habría un descrédito del gobierno al respecto ya que parece que los datos en que se basaba (menos velocidad=menos contaminación del aire) no parecen aguantarse y quizá podría la ciudadanía haber contribuído con alguna solución más razonable al problema de la contaminación que el hecho de limitar a 80km/h las vías interurbanas.
Esta réplica arrancó algunos aplausos en la sala, y fue tan evidente que Antoni Prey no pudó decir más que estaba de acuerdo, ahora bien el “puñetero” insistía que era un tema muy complejo y seguía siendo un “arma de doble filo”. No quería entrar a debatir.
Perdonad este artículo, quizá un poco más tostón y difícil de digirir que otros pero quiero llegar a mi conclusión. La información es poder, nadie lo niega, pero también es riqueza. De allí la inteligencia y responsabilidad que deben tener los políticos (eh, no es trivial, yo muchas veces no lo hago todo lo bien que debería) para gestionarla y hacer que llegue el máximo posible a los ciudadanos. Repartir equititivamente la información, es repartir bienestar, conocimiento, poner las cartas sobre la mesa trabajar la confianza y honestidad. Y es sin duda, un reto para los políticos de la sociedad de la información, que a día de hoy parecen ser políticos del siglo pasado. Y a 2010, esto del siglo pasado ya suena preocupante.
(entre bromas, en el café del viernes hicimos un símil de todo este tema de la responsabilidad de los gobernantes de gestionar la información con la Revolución Francesa. ¡Revolución!. A pesar del símil, no pensamos en guillotinas.)